top of page

Bailar como acto de resistencia: cuando el cuerpo habla

  • hace 6 días
  • 2 Min. de lectura

En un mundo que constantemente exige productividad, rapidez y resultados tangibles, la danza se convierte en un acto de resistencia. No una resistencia física únicamente, sino emocional, social y cultural. Bailar hoy, con compromiso, es sostener una vocación que muchas veces no se comprende, no se valora y a menudo se invisibiliza.

Durante años, la danza ha sido etiquetada como pasatiempo, como complemento, como algo "bonito de ver". Pero para quienes la viven desde dentro, la danza profesional es lenguaje, es trabajo, es una forma de vida. Una disciplina que exige constancia, formación, entrega, cuerpo y alma.


La incomprensión como parte del camino

Uno de los mayores retos de quienes se dedican a la danza no es el cansancio, ni siquiera el esfuerzo físico continuo o la exigencia técnica. Es la incomprensión. Es tener que justificar constantemente por qué bailar. Por qué insistir en un camino que no siempre es estable, que no siempre es visible, que no siempre es comprendido.

Bailar es enfrentarse a frases como: “¿Pero a qué te vas a dedicar de verdad?” o “Eso está muy bien como hobby”. Es responder con hechos, con presencia, con movimiento. Con resistencia.

Según un estudio publicado en Arts & Health Journal, la práctica regular de danza no solo mejora la salud física, sino que también fortalece la autoestima, la percepción del cuerpo y la resiliencia emocional. Estos factores son clave para enfrentar la falta de reconocimiento y valoración social que muchas veces sufren los y las profesionales del movimiento.


Bailar es existir

Cada ensayo, cada coreografía, cada improvisación es una forma de decir: "aquí estoy". De reclamar un espacio. De usar el cuerpo como herramienta de expresión, de denuncia, de belleza, de verdad. En ese sentido, la danza contemporánea, el baile profesional y cualquier forma de movimiento escénico se convierten en formas de existencia.

Porque no es solo arte. Es identidad. Es una forma de educar, de sanar, de conectar. Es trabajo real, aunque muchas veces se pretenda invisibilizarlo.


Danza y transformación social

Incorporar la danza en contextos educativos, comunitarios y terapéuticos también refuerza su valor como agente de cambio. Investigaciones del American Journal of Dance Therapy señalan que la danza, como expresión corporal, potencia el desarrollo de habilidades blandas, la comunicación emocional y la integración social en jóvenes y adultos.




Uganda - Julio 2024
Uganda - Julio 2024

Seguir bailando

Seguir bailando es un acto valiente. Es defender la sensibilidad en medio de lo rápido. Es apostar por el cuerpo como archivo de memoria y de futuro. Es seguir moviéndose, aunque el mundo insista en que te detengas.

Por eso, desde Cuerpo en Acción, reivindicamos la danza no solo como arte, sino como profesión cultural. Como herramienta de cambio. Como una forma legítima y necesaria de estar en el mundo.

Porque mientras haya cuerpos que bailen, habrá resistencia. Y habrá esperanza.


 
 
 

Comments


Donar con PayPal
bottom of page